Tras siglos de despojo y décadas de lucha, el pueblo Arhuaco recuperó su conexión ancestral con el mar Caribe. La Sociedad de Activos Especiales (SAE) y la Agencia Nacional de Tierras (ANT) entregaron oficialmente el predio “Los Acantilados” –227 hectáreas en la franja costera de Guachaca, Santa Marta– al Resguardo Koguimalayo-Arhuaco. Esto marca un avance crucial en la Reforma Agraria Étnica promovida por el gobierno de Gustavo Petro.
La ceremonia, que contó con la participación de cerca de 200 personas, incluyendo líderes del pueblo Arhuaco, autoridades del Gobierno nacional y miembros de la comunidad, se desarrolló en la zona costera de Guachaca, en Santa Marta, y representa el retorno del pueblo Arhuaco a uno de sus espacios sagrados después de décadas de desconexión forzada.
Un territorio que vuelve a manos de quienes lo honran espiritualmente

El predio, tiene una connotación especial, ya que fue incautado a Diego León Montoya, alias ‘Don Diego’, señalado por las autoridades como uno de los cabecillas del narcotráfico. Su transformación en territorio de vida y espiritualidad representa un acto de justicia histórica y reparación simbólica
“Hoy entregamos una tierra que estuvo al servicio del crimen, pero que vuelve a manos de quienes la honran espiritualmente. Esta es la misión de la SAE: transformar bienes incautados en territorios para la vida, la memoria y la justicia. ‘Los Acantilados’ vuelve a rendir homenaje a la madre tierra”, Amelia Pérez Parra, presidenta de la SAE.
“El presidente Petro nos cumple”
Para el cabildo gobernador arhuaco, Luis Enrique Salcedo Zalabata, este momento representa la culminación de más de 15 años de lucha: “Este momento es histórico para el pueblo Arhuaco porque estamos recuperando nuestra relación con el mar, que es esencial para nuestras ceremonias, para el equilibrio espiritual y para la protección de la Madre Tierra. Nuestros mayores iniciaron este proceso hace más de 15 años, pero lamentablemente gobiernos anteriores solo hicieron promesas. Hoy, el presidente Petro nos cumple”.

La entrega forma parte de la política del Gobierno del Cambio de avanzar en una Reforma Agraria Étnica con enfoque de justicia histórica y ambiental, consolidando el cumplimiento de la directriz presidencial de ampliar y proteger la Línea Negra, delimitación espiritual y territorial de los pueblos indígenas de la Sierra.
Avances significativos en restitución territorial
Juan Felipe Harman, director general de la ANT, destacó el contraste con administraciones anteriores: “La entrega de este predio, hecha en un acto apartado por completo de la opulencia, como es nuestro proceder, es una victoria espiritual y cultural. Volver al mar es volver a un centro perdido. Como Agencia Nacional de Tierras, estamos cumpliendo la palabra del presidente Gustavo Petro Urrego y garantizando que el territorio deje de ser un sueño y vuelva a ser realidad para los pueblos indígenas”.
La transferencia del predio Los Acantilados se suma a los avances más recientes de la ANT con el pueblo Arhuaco, que ha recibido 1.257 hectáreas en menos de tres meses, después de que pasaran más de 12 años sin que le fuera adjudicada una sola hectárea.
Reconexión con el corazón del mundo
Durante siglos, los pueblos de la Sierra Nevada, considerada el corazón del mundo, fueron víctimas de despojo, especialmente en la franja costera. La colonización y la expansión descontrolada de proyectos turísticos y ganaderos forzaron a los arhuacos a replegarse en las partes altas de la Sierra, desconectándolos de su vínculo espiritual con el mar.

Según la cosmovisión indígena, el territorio no se reduce a un espacio geográfico, sino que es un ser vivo interconectado. Por ello, el mar no es un punto final, sino una extensión natural de la Sierra Nevada de Santa Marta: un lugar de origen, destino y armonización con el universo.
Proyectos de conservación y soberanía alimentaria
“Con este predio vamos a reconectar la tierra con el mar; nos vamos a fortalecer cultural y políticamente para ejercer gobierno propio y control territorial”, señaló Salcedo Zalabata durante el evento. El líder arhuaco reveló que ya han sembrado más de 15.000 árboles en la zona y destinarán tierras a cultivos de pancoger que garantizarán la soberanía alimentaria de sus familias.
“Este predio, por ser un lugar sagrado, será conservado para beneficio de todo el pueblo Arhuaco, como un espacio para el parlamento, los rituales y el encuentro espiritual. Nuestro propósito es proteger y cuidar la tierra”, concluyó.
Un proceso técnico y jurídico complejo
El predio fue destinado provisionalmente al Cabildo Arhuaco del Magdalena y La Guajira mediante Resolución 2568 de 2021, luego de haber sido removido como depositario la Unidad de Parques Nacionales. Desde entonces, la SAE acompañó técnicamente al resguardo indígena, dando cumplimiento a los artículos 92 y 96 de la Ley 1708 de 2014 mediante mesas técnicas y procesos de seguimiento.

La destinación definitiva se concretó luego de superar un complejo proceso jurídico. El predio ‘Los Acantilados’ colinda con el predio Don Diego 1, actualmente en saneamiento catastral y registral por inconsistencias derivadas de desenglobe irregular y medidas cautelares de extinción de dominio. A pesar de estas complejidades, la SAE garantizó la trazabilidad y legalidad del predio entregado.
Compromiso con la Línea Negra
El predio entregado está enmarcado dentro de la Línea Negra, sistema de puntos sagrados que delimita el territorio ancestral de los pueblos Kogui, Wiwa, Kankuamo y Arhuaco. La ANT ha venido consolidando su presencia institucional en ese territorio mediante la compra y entrega de predios estratégicos, para garantizar el equilibrio territorial y ambiental en la Sierra Nevada.
Esta entrega también marca un paso significativo en la garantía de los derechos territoriales de los pueblos originarios y la implementación de la Reforma Agraria, que reconoce sus formas de habitar y gobernar la tierra. Con ‘Los Acantilados’, el pueblo Arhuaco no solo recupera el acceso al mar Caribe, sino que consolida su reconexión con uno de sus lugares sagrados, sanando una fractura histórica que los había separado de su vínculo espiritual con el océano.