El expresidente condenado: Eje central en las honras funebres de Miguel Uribe Turbay

El expresidente condenado: Eje central en las honras funebres de Miguel Uribe Turbay

El adiós a Miguel Uribe Turbay, un momento que por su propia naturaleza debería haber sido un espacio de recogimiento y duelo, se desdibujó para convertirse en una tribuna política. En un giro predecible, pero no menos cuestionable, la figura del expresidente Álvaro Uribe Vélez —hoy condenado por fraude procesal y manipulación de testigos— se erigió como el eje central, eclipsando el homenaje al senador fallecido y transformando la solemnidad en un mitin.

Desde el inicio, el mensaje del exmandatario, leído por Gabriel Vallejo, presidente de su partido, el Centro Democrático, no fue un simple pésame. Fue una diatriba política directa, un manifiesto cargado de acusaciones contra el presidente Gustavo Petro. Se le acusó de “instigación de la venganza” y de fomentar un discurso que, según el comunicado, ha “resonado en los oídos de los terroristas”. Este acto, que debió ser de respeto y memoria, se instrumentalizó para la defensa de la gestión pasada y para lanzar ataques partidistas, diluyendo el luto en una agenda proselitista.

La politización se hizo aún más evidente con la intervención del padre del senador, Miguel Uribe Londoño. Este hombre, que en el pasado fuese vinculado por las autoridades con el desfalco al extinto Banco del Estado, entrelazó en su discurso el dolor personal con la estrategia política. Afirmó que las ideas de su hijo fueron “moldeadas” por la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. De manera aún más explícita, le “devolvió” las ideas de su hijo al expresidente para que su partido las usara en “la lucha más grande de todos los tiempos”. Esta retórica consolidó la imagen de Miguel Uribe como un promotor del uribismo y reforzó la percepción de que el funeral era, en esencia, una extensión de la campaña política del Centro Democrático.

Sin embargo, el momento más revelador y, sin duda, el más polémico llegó cuando el padre del senador, en medio de la conmemoración, lanzó una consigna electoral: “Tenemos una oportunidad única de frenar esta locura en 2026. No la desaprovechemos”. Esta frase, pronunciada en el marco de un funeral, trasciende los límites del decoro público. Es una alusión inequívoca y directa a las próximas elecciones presidenciales, una capitalización de la indignación por lo sucedido con su hijo para movilizar bases electorales.

El dolor que acompaña una tragedia no debería ser la bandera de ninguna campaña política, y mucho menos de una que aún carga con el peso de graves condenas judiciales sobre su líder. El homenaje sincero a Miguel Uribe Turbay se vio opacado por la urgencia de su propio padre de capitalizar políticamente el momento, desdibujando la memoria de su hijo en el fragor de la contienda política. La lección de este funeral es clara: en un país que clama por paz y unión, la dignidad y el respeto por el duelo deben prevalecer sobre cualquier cálculo electoral.

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