Más que un perfil: La narrativa de Semana contra Sandra Heredia.

Más que un perfil: La narrativa de Semana contra Sandra Heredia.

El 28 de julio de 2025 es una fecha clave para la justicia colombiana. Sandra Heredia, jueza 44 Penal del Circuito de Bogotá, proferirá el fallo en el mediático caso que involucra al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Sin embargo, la atención no se centra únicamente en la complejidad del proceso judicial o las pruebas presentadas, sino en la jueza misma. Y una de las voces más estridentes en esta dirección ha sido, lamentablemente, la Revista Semana.

El reciente artículo de Semana titulado “La historia de la jueza que fallará sobre Álvaro Uribe. Su familia en el Tolima es conservadora, pero quienes la conocen aseguran que ella es de izquierda no es periodismo. O, al menos, no es el periodismo riguroso e imparcial que se esperaría de un medio de comunicación. Lo que la revista presenta como un “perfil” es, en realidad, una disección personal, política y emocional de una servidora pública que está a punto de tomar una de las decisiones más importantes de su carrera.

En lugar de analizar el expediente, explicar las pruebas o contextualizar el proceso legal, Semana se embarca en un relato sobre los orígenes de la jueza Heredia: su familia conservadora del Tolima, su supuesta “ideología de izquierda”, sus gustos personales, sus estudios, e incluso detalles sobre su vida familiar y su estado civil. Se insiste en que, a pesar de su origen conservador, ella “es de izquierda”, como si tener ideas progresistas la inhabilitara automáticamente para impartir justicia. Esta insistencia no es casual; busca sembrar una duda, una sospecha de parcialidad basada en supuestas afiliaciones políticas y no en hechos o actos judiciales concretos.

El artículo va más allá al describir la preocupación y el miedo de la familia de la jueza, incluyendo la supuesta afectación a la salud de su madre. Se menciona que en su pueblo están “con los pelos de punta” y que la familia prefiere no encender la televisión para alejarse de los noticieros”. ¿Esto es informar o es generar un ambiente de miedo y presión alrededor de una figura judicial que ya de por sí asume una enorme responsabilidad? La respuesta es evidente. Se está utilizando la vulnerabilidad de su entorno personal para incrementar la presión mediática sobre ella.

La narrativa de Semana omite deliberadamente cualquier mención a las pruebas del proceso, a los argumentos de las partes, o a la sustancia legal del caso. Todo el enfoque es sobre la jueza: si jugaba fútbol, si era “rebelde” en el colegio, si “cuestionaba al Estado”. Se está construyendo un personaje, una caricatura ideologizada, en lugar de cubrir un juicio de alta complejidad jurídica.

Asimismo, se tilda a la jueza de “hostil” por, supuestamente, no aceptar un aplazamiento o por referirse a Uribe como “acusado”. Estas son prácticas procesales estándar. Un juez que se niega a aplazamientos injustificados o que usa la terminología legal correcta no es hostil; está cumpliendo con su deber. Presentarlo de otra manera es manipular la percepción pública y deslegitimar sus actuaciones dentro del marco legal.

El mensaje de fondo es alarmantemente claro: si Álvaro Uribe es condenado, no será por las pruebas o por la aplicación de la ley, sino por la “ideología” de una jueza. Semana está preparando el terreno para una narrativa de victimización, sugiriendo que cualquier fallo adverso sería un montaje, una decisión política, y no una sentencia judicial fundamentada.

Y lo más preocupante es que todo esto ocurre sabiendo que la jueza Sandra Heredia no cuenta con esquema de seguridad. Ella misma lo manifestó en audiencia: “Creería que la única que no tiene ninguna medida de seguridad es la jueza, pero es lo que sucede en nuestro país y de esa manera, los jueces administramos justicia”. ¿Qué hace Semana ante esto? La expone aún más, la pone en la mira pública, incrementando la presión en un entorno ya de por sí hostil.

El periodismo tiene la noble misión de informar, de fiscalizar el poder, de contextualizar. Pero cuando se transforma en una herramienta de presión, de perfilamiento ideológico y de amedrentamiento, se desvía peligrosamente de su propósito. No sabemos cuál será el fallo de la jueza Heredia. Pero sí es evidente que ciertos medios, en lugar de proteger la independencia judicial, la instrumentalizan, la ponen en el ojo del huracán. Y eso, en una democracia, es extremadamente peligroso.

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